Claro que hay muchas preguntas por responder: qué será del empleo, cómo vivirán mis hijos, cómo será el mundo cuando volvamos a abrir las puertas, etcétera, etcétera. Pero una práctica que puede darnos un poco de tranquilidad en esos momentos de angustia, incertidumbre e insomnio es la meditación.
Así que si ya estás harta de la cuarentena, ponte a meditar. Esta técnica de relajación muscular, aunada a la respiración consciente, te ayudará a sobrellevar mejor estos días de inquietud.
Tensión completa
Antes de comenzar, puedes encender un incienso o colocar aromaterapia para favorecer la relajación. También puedes colocar una vela y mirar la flama por unos segundos para aquietar la mente. Poner música no es tan recomendable porque puede distraerte cuando llegue el momento de la respiración, pero si lo prefieres puedes hacerlo.
Ahora recuéstate sobre una superficie firme con piernas y brazos extendidos, y las palmas de las manos hacia el techo. Primero coloca la punta de la lengua sobre el paladar superior. Empieza por tensar los dedos de los pies: apriétalos tanto como puedas y luego haz un rápido recorrido por el resto de los músculos de tu cuerpo, las pantorrillas, los muslos, los glúteos, la cadera, la espalda baja, el abdomen, el pecho, los brazos, las manos, el cuello y finalmente, el rostro. Asegúrate de tensar todos los músculos de tu cuerpo, incluidos los faciales; lo único que no podrás apretar serán los dientes, gracias a la posición de la lengua.
Una vez que sientas el cuerpo “apretado” por completo, sostén la respiración unos segundos y, con la exhalación, relaja todos tus músculos al mismo tiempo, con calma y suavidad. De esta manera reconocerás de inmediato la sensación de relajación contra la de tensión.
Ahora, la respiración
Una vez con el cuerpo relajado, concéntrate en el sonido de tu respiración. Practica la respiración 4×4, es decir, inhala mientras cuentas cuatro tiempos y exhala en los mismos cuatro tiempos. A tu propio ritmo, mantén este compas de respiración durante varios minutos.
Recuerda que meditar no se trata de poner la mente en blanco: si vienen pensamientos a tu cabeza, déjalos fluir y obsérvalos como si te encontraras fuera de ti. El truco es no concentrarse en ningún pensamiento en especial, sino dejarlos ir y venir al tiempo que mantienes la inhalación y la exhalación en 4×4. Si te descubres concentrada en un pensamiento en particular, suéltalo y retoma el ritmo de la respiración, siempre en cuatro tiempos.
Realiza esta práctica durante el tiempo que desees, pero si no tienes experiencia en meditación, puedes iniciar con 10 minutos e ir incrementando el tiempo gradualmente. También es una buena opción para practicarla al momento de dormir, en particular si estás experimentando insomnio.
Recuerda que no necesitas ningún equipo especial, sólo reservar unos minutos y un espacio para este ejercicio. Esperamos que los próximos días sean más llevaderos para ti y tu familia.