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El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, ha aseverado este martes que la Administración de Donald Trump "aún no ha terminado" con China, país que afronta sanciones y duras críticas desde Washington, entre otras cosas, por acusaciones de socavar la autonomía de la excolonia británica Hong Kong y violar los derechos humanos.
Durante su discurso en el Instituto Ronald Reagan, en Washington D. C., Pompeo llamó al Partido Comunista de China un "monstruo marxista-leninista", cuyo régimen es "autoritario, brutal y antiético respecto a la libertad humana".
Hace un día, EE.UU. impuso sanciones contra cuatro funcionarios chinos más, a los que acusa de socavar la autonomía de Hong Kong, un indicio de que la Administración Trump no piensa detener sus políticas punitivas contra Pekín hasta el último día en el poder.
La retórica de Pompeo sobre el país asiático es acorde con sus declaraciones anteriores. En julio de este año el alto funcionario incluso redujo a cero uno de los logros más importantes de los republicanos en las últimas cinco décadas al declarar que la colaboración de EE.UU. con China fue un fracaso total y la preocupación del expresidente Richard Nixon de que había creado un "Frankenstein" al abrir el mundo al Partido Comunista de China había sido profética.
Casi 50 años después del histórico viaje de Nixon a Pekín en 1972 y su papel en el establecimiento de las relaciones diplomáticas con China en 1979 gracias a sus contactos cuando era presidente, Pompeo acusó a Pekín de aprovechar aquella apertura para abrirse camino al poder y la prosperidad a través de mentiras y engaños, y subrayó que ahora a EE.UU. y sus aliados les toca utilizar "métodos más creativos y firmes" para presionar al Gobierno chino para que cambie de rumbo.
"La verdad es que nuestras políticas —y las de otras naciones libres— resucitaron la fallida economía de China, solo para ver a Pekín morder las manos internacionales que lo alimentaban", señaló Pompeo en aquel entonces, al argumentar que el Ejército del país asiático se volvió "más fuerte y amenazador", y repetir las acusaciones de EE.UU. sobre las prácticas comerciales injustas, los abusos de los derechos humanos e intentos de infiltrarse en la sociedad estadounidense.